EL CEREBRO HUMANO NECESITA ARTE
Así lo afirma Jesús C. Guillem (licenciado en ciencias físicas por la Universidad de Barcelona). "La práctica de actividades artísticas, como la música, la pintura, están arraigadas en el desarrollo del ser humano desde su nacimiento y constituyen una recompensa cerebral necesaria para el aprendizaje de otras materias".
Siguiendo a Guillem, cuando el ser humano, sea de la edad que sea, practica una actividad artística, conlleva a una activación de sus emociones que los motiva y les permite contemplar el mundo que les rodea desde perspectivas diferentes. Además, nadie puede negar que practicar una actividad artística ayuda al ser humano a reforzar su autoestima, desarrollarse personalmente y a ser un poco más felices.
En el año 2011, Sousa[1], afirmaba que ciertas estructuras de nuestro cerebro solo funcionan con la práctica de algunas actividades artísticas. Es decir, que cuando practicamos, por ejemplo, las artes visuales como el dibujo y la pintura, se activan los lóbulos occipital y temporal, la poesía activa las áreas del Broca y Wernicke, que están relacionadas con el procesamiento lingüístico. Por otra parte, las artes en movimiento como el baile o el teatro activan la corteza motora.
Hardiman[2] en 2014 confirmó que “Los niños que integran las actividades artísticas en sus vidas mejoran la llamada memoria a largo plazo y muy especialmente los alumnos con algunas dificultades de comprensión lectora”. Rabkin N. y Redmond R.[3] confirmaban también que mediante las artes se obtienen múltiples beneficios, entre ellos, la existencia de un compromiso emocional en los alumnos y sobre todo que a través de las artes se facilita el aprendizaje de todas las asignaturas del curso escolar.
Si aplicamos estos estudios a una clase de pintura, ¿que nos aporta una clase de dibujo o pintura?
Nos aporta mucho más que el conocimiento de las técnicas de dibujo o pintura, y según confirma Winner[4], “se trabajan algunos aspectos de la mente que pueden transferirse a otros dominios del aprendizaje, por ejemplo:
Imaginación: se aprende a imaginar y visualizar algunas imágenes que se alejan de la mera observación
Observación: Se aprende a observar y percibir detalles que a primera vista no se perciben.
Reflexión: Se aprende a ser crítico con uno mismo y se aprende a justificar y explicar su trabajo.
Comprensión del mundo: El arte es reflexión y por lo tanto, se pueden aprender muchas cuestiones y problemáticas que nos puede plantear la vida.
Todas estas disposiciones y muchas más que se desarrollan en un centro de enseñanza artística son las que ayudan al niño a afrontar y mejorar su rendimiento en cualquier asignatura de los cursos de enseñanza obligatoria. Por desgracia, la LOMCE, no ayuda mucho a desarrollar las actividades artísticas dentro de los centros escolares.
[1] Sousa, David A. (2011). How the brain learns. Corwin
[2] Hardiman M. et al. (2014): “The effects of arts integration on long-term retention of academic content”. Mind, Brain and Education, 8(3), 144-148
[3] Rabkin N. y Redmond R. (2004). Putting the arts in the picture: reforming education in the 21st century. Columbia College.
[4] Winner E. et al. (2006): “Studio thinking: how visual arts teaching can promote disciplined habits of mind”.